La Guerra de los Mundos: Una reflexión sobre el artículo de Lazarsfeld y Merton

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Resulta curioso cómo a pesar de que antes de que comenzara la transmisión narrada por Orson Welles se advirtiera del carácter ficcional del relato, fueran tantas las personas que creyeran con terror y asombro su narración, llegando en ocasiones a cundir el pánico. En esta anécdota puede verse un ejemplo de cómo el ciudadano tiende a delegar su capacidad crítica en los medios, y conformarse con asumir lo que recibe por ellos como cierto. El formato de noticiario confiere automáticamente veracidad a lo que no es sino lectura de una obra teatral. Estas técnicas siguen empleándose en la actualidad. Las obras de ficción siguen empleando regularmente códigos similares (falsos telediarios, etc.) que el público reconoce como tal buscando crear un efecto determinado en el espectador mediante la explotación del papel legitimador de los medios, la delegación de la función crítica, etc. El caso más básico sería el apenas disimulado “infomercial”, y desde ahí podríamos llegar a la manipulación de los medios por parte de grandes conglomerados mediáticos al servicio de intereses privados, dando visiones sesgadas de la información, controlando la exposición mediática, etc.

Si en realidad el valor de verdad de los contenidos viene determinado en buena medida por el lenguaje y códigos, cabría pensar hasta qué medida podemos asumir que los medios que supuestamente son encargados de transmitir información veraz no instrumentalizan dichos códigos al igual que lo hace la ficción: un informativo de televisión puede utilizarlos para ofrecer una información falsa o sesgada al servicio de intereses políticos, económicos, etc.

En este sentido encontramos una de las paradojas por las cuales a pesar de que los medios de masas abren nuevas posibilidades para la difusión de información a toda la población, este potencial sigue siendo vulnerable a la manipulación, y efectivamente no siempre se emplea para fines que podríamos considerar “deseables” como sería la educación, la promoción de objetivos sociales, etc.

Uno de los motivos por los que los medios de masas son tan susceptibles a la manipulación es que debido a factores como la complejidad técnica o el coste operativo, sólo son asequibles a entidades con grandes recursos que los exponen a la influencia de intereses comerciales o ideológicos. Por eso, tal y como afirman autores como Lazarsfeld y Merton, los medios de masas se han desarrollado a la par que una “transformación en la estructura del control social” en que la coerción y métodos represivos violentos han quedado obsoletos, constatando una reducción de “la explotación directa para dedicarse a un tipo más refinado de explotación psicológica, que se realiza en su mayor parte a través de los medios de propaganda para las masas”.